"CUANDO LA VERDAD ESTÁ TODAVÍA CALZÁNDOSE LAS BOTAS, LA MENTIRA YA HA DADO LA VUELTA AL MUNDO" (Mark Twain)

lunes, 7 de enero de 2008

Tal día como hoy, hace 5 años

Comíamos en casa, mientras mi madre acompañaba en el hospital a mi padre, que seguía grave desde hacía diez días. Una llamada de teléfono de mi tío nos alertó.
- Dice el tío que a papá le ha dado otro “ataque”. Que vayamos.
- ¿Que vayamos?
Mal rollo. Cuando te dicen que vayas a ver a alguien, independientemente de lo que estés haciendo, es que la cosa está muy, pero que muy mal.
El trayecto al hospital, eterno. La espera del ascensor hasta la décima planta, interminable. Mientras, yo me preguntaba cómo encontraría a mi padre. Cuando lo llevamos de urgencias, apenas podía mirarle. Fue cuando supe lo “canguis” que soy.
¿Estaría igual ahora, en medio de otro ataque? Dios mío.
Cuando llegamos a la habitación, sin embargo, su aspecto era mejor, su rostro estaba sereno, pero inmóvil, como la última vez que lo vi en casa.
- ¿Qué, no reacciona?- pregunté tímidamente.
Mi madre y mi tío se miraron, hasta que ella respondió:
- ¿Qué va a reaccionar, hija, si está muerto?
- Ah...
Si ahora le dijera que fue así como me notificó la muerte de mi padre, seguramente diría que no, que cómo va a decir ella eso. Pero en fin, cosas del momento.
Mientras le miraba, intentando almacenar en mi memoria la cantidad máxima de fotogramas de su rostro, antes de perderle de vista para siempre, pensaba en lo que nos había dicho hacía varios años antes:
- Yo rezo todas las noches a San José para que nos conceda una buena muerte.
Creo que surtió efecto. Es más, estoy segura de ello. Estoy contenta de que fuera así, en el hospital, con todos los medios posibles, con el médico a mano, con mi madre junto a él. Y con el “pasaporte” en regla, que es lo más importante, “sellado” justo el día anterior.
¿Qué más se puede pedir?