"CUANDO LA VERDAD ESTÁ TODAVÍA CALZÁNDOSE LAS BOTAS, LA MENTIRA YA HA DADO LA VUELTA AL MUNDO" (Mark Twain)

sábado, 29 de agosto de 2009

Clientes inolvidables: Miss Marple

Ésta es la verdadera Miss Marple (Joan Hickson)


Llegó de parte de la oficina de turismo. Era la señorita Marple en persona, sombrero incluido. Sólo que ésta no podía ni con sus huesos, la mujer. Había venido para pelearse con quien hiciera falta con tal de que le devolvieran unas posesiones legítimamente suyas, y necesitaba alojamiento por unos días, pero no sabía cuántos.

- Espero que sea sólo una semana, pero depende de los abogados.

A medida que pasaban los días, Miss Marple iba poniendo a prueba la paciencia de los recepcionistas. Sus muchísimos años y su precaria salud creaban en ella unas necesidades que en ocasiones no se le podía satisfacer, ni era obligación de un hotel. Pero ella no lo comprendía y mostraba su contrariedad cada vez que esto sucedía.

Una mañana:

- ¿Puedes venir un momento? .- me preguntó una de las empleadas de la limpieza.
- Voy.

Me llevó hasta la puerta de la habitación de Miss Marple. En el pasillo, junto a la puerta, hay una repisa con guías telefónicas. Aquel día había algo más. Tenía que ser de Miss Marple, sin duda. El resto de los clientes eran demasiado jóvenes para eso. Yo monté en cólera.

- ¡Maldita sea! Pero, ¿qué se ha creído? ¿Que está ella sola en el hotel? ¿No puede tirarlo en la papelera de su baño? ¡No lo toques! ¡Que lo recoja ella!
- Pero, ¿y si lo ve más gente?
- No te preocupes, suele salir a estas horas.

Habrá quien diga que no es una reacción apropiada, pero a veces a los clientes hay que educarlos, vaya que sí. Algún día hablaré de ello.

En efecto, Miss Marple no tardó en salir y descubrió con horror lo que había dejado olvidado y que yo había juzgado mera desidia. No era esto, pues debajo de todo estaba también su monedero. Había sido un descuido con todas las de la ley. Recogió todo como pudo, asombrada de que nadie hubiera tocado su monedero.

- Menos mal que aquí hay buena gente.- repetía una y otra vez, mientras colocaba todo en su sitio. Yo me retiré a mi puesto.

Miss Marple acabó sus gestiones en diez días. La batalla había terminado, aunque no supimos a favor de quién. Pero lo cierto es que no me gustaría nada tenerla como rival en un juicio.
- ¿Y cuántos años tenía? -preguntó mi compañera cuando se fue.
- Cerca de noventa, creo recordar, según su DNI.
- Jope...