"CUANDO LA VERDAD ESTÁ TODAVÍA CALZÁNDOSE LAS BOTAS, LA MENTIRA YA HA DADO LA VUELTA AL MUNDO" (Mark Twain)

sábado, 15 de octubre de 2016

Se me ha caído el mito


A ver, ya sé que las pelis son las pelis; pero es que justo por estos días, para practicar el inglés, estaba viendo a trozos "El premio", protagonizada por Paul Newman. Interpreta a un joven escritor que recibe el Premio Nobel de literatura por su obra El estado imperfecto. En un momento de la película, el Nobel de Física (Edward G. Robinson) le saluda: "Así que es usted el hombre que hace esas maravillas con las palabras". Independientemente de la buena imagen que da Newman de un escritor, si nos fiásemos únicamente por lo visto en "El premio", concluiríamos que los nobeles de Literatura se otorgan por méritos profesionales. Podríamos llegar a admirarlos como una meta deseable, pero inasequible del todo porque, entre otras cosas, hay que escribir como los ángeles.
Pues sí, es inasequible para la mayoría, sin duda. Pero no por lo literario. No dudo que las letras de las canciones que compone Dylan tengan su mérito, pero ¡¿premio Nobel?! ¿Tan mal andamos de escritores que hay que recurrir a un cantautor? Es curioso, ni siquiera el procesador de textos me reconoce la palabra "cantautor"; me la acaba de marcar en rojo. 
A mí se me ha caído el mito; pero debería dar que pensar a muchos, que por leer a Ken Follett, Dan Brown o J. K. Rowling, se tienen por lectores. Esos escritos me recuerdan a los libros de caballerías que criticaba abiertamente Cervantes en el Quijote, y cuyos argumentos el protagonista llegó a creer tan inocentemente que le llevaron a la locura. No, queridos. Esos folletines solo sirven para pasar el rato. Como decía un profesor mío de Literatura del Siglo de Oro, son un montón de páginas que llenan las estanterías del Corte Inglés y a los quince días, como mucho, se venden de oferta en cualquier quiosco.