Hace
unos meses me encontraba yo en compañía de unos colegas y vimos pasar una
familia con cinco niños. Los comentarios no se hicieron esperar.
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Pero, ¿serán todos suyos?
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Bueno, habrá sido un descuido.
¿Un...
"qué"?
Seamos
claros. En la actualidad, tener un tercer hijo se llama "descuido".
Según esta mentalidad contemporánea, y teniendo en cuenta mi diferencia de edad
con respecto a mis hermanos mayores, en lugar de ser la niña que mi padre
consiguió tener, yo habría sido degradada a la categoría de
"descuido". El contraste es notable. Es más, si me entero de mayor
que, en realidad, yo no tenía que haber nacido porque no entraba en los planes,
hago el hatillo y me voy debajo de un puente.
Sigo
imaginando: no quiero ni pensar si, además, hubiese tenido los típicos hermanos
mayores "quedones", bromistas sin gracia, que hay en algunas
familias:
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Eh, "descuido", déjame pasar.
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Hola, "descuido". ¿Ya de vuelta? ¿Qué tal el cole?
Una
vida complicada, la del "descuido". Sin embargo, parece que es más
difícil reconocer que tal vez otros sí son capaces de hacer algo grande o,
simplemente, que tal vez piensen de una forma diferente.